La
noche era un cúmulo de callejones sin salida, el guardia del laberinto
jura que se ha hecho de día, pero no lo creo, aun estoy rompiendo muros
sin más ayuda que el futuro inédito que me juro.
La avenida del desengaño nunca acaba no, no imagino su final tumbada en tus párpados.
Sé
que soy afortunada por gozar esta condena, por abrir nuevos senderos
cuando las piernas tiemblan, parece que esta madrugada será la ultima
pero la muerte se suicida si me hipnotizas con tus pupilas...
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